En México se vive desde hace mucho tiempo una epidemia muy grave. Mucho más grave que los brotes de cólera, la gripe aviaría, el dengue y las vacas locas juntas. Posiblemente la veas en tu casa todos los días. O basta salir un rato a la calle. Basta observar por un momento el estado de nuestras calles, avenidas, transporte público, casas, edificios, parques, camellones, banquetas, pasos a desnivel, señales de transito, semáforos, etc. Basta entrar a un lugar en donde ofrezcan un servicio; o peor aun entrar a una dependencia de gobierno para hacer algún trámite. O a un banco y tratar de hacer un trámite veloz y sin burocracia. Basta leer un rato el periódico con noticias de los «empresarios» en México. Basta ver todo lo que hacen y no hacen nuestros gobernantes. Basta prender un rato la televisión y ver la programación de Televisa o TV Azteca. Para los aficionados al fútbol, basta ver 5 minutos cualquier partido de la liga mexicana de fútbol – el que sea, sin excepción alguna -. Basta llamar a una línea de atención al cliente en donde tu llamada «es lo más importante». Basta viajar en avión o en autobús y ver el estado de los aeropuertos y centrales camioneras. Desde pequeños estamos siendo contaminados con esta epidemia que se presenta en dichos populares como «En tierra de ciegos, el tuerto es el rey» y «Más vale malo por conocido que bueno por conocer». Esta condición se esconde con habilidad y en México hay muchos contaminados. Los mexicanos vivimos una epidemia grave de mediocridad que se coló en nuestra sociedad y ha frenado el desarrollo y la superación de este país durante décadas.
La mediocridad es un adjetivo que de acuerdo con la Real Academia Española se define como «De calidad media» o «De poco mérito, tirando a malo» Pero hay una tercera definición que nos involucra y se refiere al mediocre como «la persona que no tiene capacidad para la actividad que realiza». Esta definición me gusta mucho más y se me hace más completa. La mediocridad no existe en el vacío. Las cosas no son mediocres por si mismas. Son mediocres porque la persona que las hizo no tenia la capacidad para hacerlas. Y aquí hablo de la capacidad en un sentido amplio. Muchas veces no tenemos la capacidad en conocimientos o habilidades técnicas, pero la capacidad que más nos hace falta no es de habilidades, es de mentalidad. Las cosas salen mediocres porque estamos acostumbrados a hacerlas así. Las habilidades las podemos adquirir, pero no queremos, sobre todo si involucra algo de esfuerzo. La ley del mínimo esfuerzo. No tenemos un orgullo por las cosas bien hechas, por la excelencia. Nadie puede llegar a la perfección, pero es no significa que no la podamos colocar como un norte que nos ayude a mejorar. En México, mejor volteamos para el otro lado.
Hoy día, el grave problema de la mediocridad, y una de las razones que sea muy contagiosa, es que es omnipresente y por lo tanto ya no la vemos. La familiaridad engendra conformidad. Y la conformidad es el alimento de la mediocridad. Desafortunadamente, el contexto en el que vivimos nos afecta y nos influye a diario. El pez que siempre ha vivido bajo el agua ¿sabrá que existe otro medio? Probablemente no, hasta que no es violentamente sacado de su ambiente por la red o el anzuelo de un pescador. Y así, sorprendido y asustado, se da cuenta que existe otro medio, ajeno al suyo en el que otros seres viven. Los mediocres son como el pez. No saben que existe otra realidad, otro mundo diferente y cuando se salen (o los sacan) de su hábitat se asustan y se «mueren».
Como muchos procesos en la vida, el primer paso empieza con la conciencia. O en términos médicos, con el diagnostico. Sabemos que hay una epidemia de mediocridad que es evidente por los síntomas que vemos a diario. Lo que nos toca ahora es saber si estamos infectados. Tenemos que hacer un juicio a conciencia de nuestra mentalidad. Pongamos atención por un momento a lo que estamos haciendo, a la forma en que desempeñamos nuestro trabajo y nuestra mentalidad. Si no vives constantemente indignado por la situación del país, por un mal servicio en el banco, por un trabajo mal hecho, por la falta de honestidad en los gobernantes, por el estado patético de nuestra infraestructura, entre otras cosas, es muy probable que te hayas contagiado. No sería raro. Como dije al principio. ¡Cuidado! Es contagiosa.
Patricio Ramal | NEVERMIND