Cada vez que enciendo mi computadora además de consultar mis emails lo segundo o tercero que hago es conectarme a las redes sociales. Y es que uno de los vicios actuales de la sociedad es, no digo navegar sino procrastinar en las redes. Si, me considero culpable también, pero no es que sea malo, y como todo vicio, si es que le podemos llamar así, en exceso puede dañarnos.
Y sobre este tema me gustaría enfocarme en esta entrada de mi blog. La razón por la cual todos estamos al pendiente de las redes es única y exclusivamente para estar conectados, vaya, no perdernos ningún momento de lo que sucede en nuestro entorno. Como seres sociales, por naturaleza, nos gusta estar informados; no podemos negar que el chisme llama la atención, a veces cargado de morbo, risas o incluso hasta frustración.
Quizás las redes sociales sean un impulso que mueve a las personas a hacer algo, sobretodo a la autopublicación de los éxitos y el ego desmesurado. La simple participación en las redes, ya sea como lector, activista o simplemente como observador, demuestra los intereses y las actividades individuales de cada persona. Muchas veces las información en las redes sociales nos motiva, nos inquieta, nos hace reflexionar y puede que hasta nos moleste, lastime o pueda causar celos o envidia. Y no es que sea malo, simplemente es parte de la naturaleza humana, lo malo sería no darse cuenta de los porqués de cada uno de esos sentimientos.
Lo importante es reconocer nuestras capacidades, nuestras acciones y actitud frente a lo que hacemos o frente al éxito de los demás. También queda para la reflexion ¿que tanto hacemos nosotros para lograr nuestro propio éxito? Aquí es donde también es importante reconocer lo que podemos y no podemos hacer, no se trata de hacer todo y copiar lo que alguien mas está haciendo. Ni tampoco se trata de satisfacer a la sociedad que nos rodea, sino de poner a prueba nuestras capacidades y acciones.
Reconozcamos que a veces el verdadero éxito tiene detrás una serie de eventos cargados de frustraciones y muchos dolores de cabeza. Y que ciertamente es increíble salir de los problemas y culminar con proyectos exitosos. El éxito depende de la actitud de nuestro quehacer profesional, nuestras capacidades de responder en tiempo y calidad en el trabajo que desarrollamos. Pero sobretodo el trabajar con ética y responsabilidad.
En alguna ocasión escuché a una psicóloga hablar de su éxito luego de dejar su puesto como directora del programa de doctorado en psicología de la universidad donde laboraba. Y es que su éxito no radicaba en haber sido la directora del programa de doctorado, o en la publicación de nuevos libros o artículos, y mucho menos en lograr nuevos descubrimientos en la ciencia de la psicología, que aunque importantes, no constituían parte de la felicidad que buscaba. Consideraba que su éxito llegó luego, cuando pudo darse el tiempo para ella, pero sobre todo cuando podia separar el tiempo para disfrutar cada proyecto de forma individual y única.
Y es que lo importante en la vida es darse cuenta de hacer una pausa y respirar a tiempo, darse el tiempo de disfrutar el éxito de los proyectos, pero sobre todo de reconocer que como individuos también tenemos que dejar de lado la presión que nos ocasionan las redes sociales, la autopublicación y la necesidad de reconocimiento. Debemos enfocarnos en disfrutar cada momento con nosotros mismos y la gente que nos rodea, en persona y en los lugares físicos.
La presión social está latente, y las historias de éxito que son publicadas día a día le pertenecen a cada persona desde una perspectiva individual. Todos somos espectadores del éxito de los que nos rodean (cierto o en su imaginario). Pero también tenemos capacidades y depende de nuestras acciones que logremos el éxito que buscamos. También es importante dejar de lado el auto-elogio, y el “selfie”, y enfocar nuestros esfuerzos en nuestra propia búsqueda personal.
El día a día lo formulamos nosotros. Todos somos exitosos, el hecho de estar vivo lo es. Es importante ser conscientes de nuestras capacidades y tiempos. No olvidemos lo que hay que hacer cuando realmente queramos alcanzar el éxito, o cualquier cosa que le queramos llamar éxito, como por ejemplo: lograr que nuestras plantas florezcan cuando las regamos a tiempo. Recordemos que a cada acción le corresponde una reacción.
Luis Othón Villegas | NEVERMIND