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Ser capaz de decidir

A todos nos ha pasado, que estamos en un supermercado frente a una góndola eligiendo entre varias marcas de un producto, o leyendo el menú en un restaurante, y nos sentimos incapaces para decidir qué comprar o qué ordenar, o cuando estamos frente al espejo probando combinaciones de ropa, con la nota mental: “No sé qué ponerme”. La sobrecarga de opciones en un restaurante o en un supermercado es algo que no siempre podemos evitar, pero lo que sí podemos evitar es pasar el tiempo con agobio por una indecisión. Si nos lleva varios minutos tomar una mini decisión ¿Cuántos días, meses o años podría pasar para que tomemos una decisión de mayor trascendencia?

Tomar decisiones es una cosa seria, pero en algunas ocasiones tomamos demasiado “en serio” las pequeñas decisiones, si no somos capaces de tener reacciones rápidas y racionales ante situaciones ordinarias, las “grandes” decisiones hacen de la incertidumbre y la procrastinación una forma de vida.

Sheena Iyengar es una economista estadounidense de origen indio y es autora del libro El arte de elegir. Qué dicen de nosotros y cómo podemos mejorarlas. Sheena realizó un estudio sobre la “posibilidad de elección”, en el que encuestaron a más de 2 mil personas, los resultados arrojaron que en promedio cada encuestado toma unas 70 decisiones por día. En una charla para TED detalla las conclusiones de una investigación aplicada a un grupo de presidentes de empresas estadounidenses, los investigadores registraron las diferentes tareas realizadas por los ejecutivos y el promedio de tiempo que les llevaba tomar decisiones sobre estas tareas, la mitad de estas decisiones les llevó en promedio 9 minutos o menos, y sólo el 12% requirieron una hora o más de su tiempo.

Antes de comenzar a escribir mi primer post en este blog, “me topé” con una frase: “En la vida lo más importante es tomar decisiones”, entonces decidí compartir algunas reflexiones sobre el tema. Definitivamente no siempre me he considerado un “tomador de decisiones”, pero es un rol que me gusta desempeñar en mi vida personal y profesional. A la hora de tomar decisiones siempre tengo presentes una o más de estas premisas:

Peras o manzanas. ¿Peras, manzanas, duraznos, fresas, plátanos, melón o sandía? o ¿Peras o manzanas?… ¿Cuánto tiempo promedio tardarías en seleccionar una fruta en cada uno de los dos refrigeradores? Cuando reducimos las opciones en nuestras actividades cotidianas, las mini decisiones dejan de ser complejas y los días pasan ligeros. Con detalles tan simples como restringir los productos de la alacena, eliminar las aplicaciones con funciones similares en el móvil o separar la ropa que vamos a usar al día siguiente, optimizamos nuestro tiempo y evitamos los “no sé”: “No sé qué comer”, “No sé qué ponerme”.

Estar seguro de lo que no quieres. Es muy común que hablemos de las cosas que queremos lograr y tener, nuestra lista de deseos y propósitos suele ser extensa, pero también es muy importante tener bien claro lo que no queremos en nuestra vida y lo que no nos gusta hacer. Es un filtro ágil para decidir entre un “sí” o un “no”. Cuando estamos seguros de algo que no queremos o no nos gusta y la decisión implica involucrarnos con eso que no deseamos, la respuesta es clara e inmediata: No.

Las decisiones son personales. No socializables ¿O acaso la responsabilidad de nuestras decisiones es socializable? No está de más pedir uno o más consejos, pero cada persona opinará con base en sus creencias, experiencias, motivaciones y prejuicios. Aquí aplica una de mis frases favoritas: “Escucha a todos, pero no le hagas caso a nadie”.

Las oportunidades NO sólo una vez en la vida. No estoy de acuerdo con la frase “Las oportunidades sólo una vez en la vida”, y de estar en la espera de tomar esa “gran decisión”, que si es una “mala” decisión se lamente de por vida. Se trata de no pensar que las oportunidades están asociadas con la suerte, ni que son únicas.Aferrarnos al “para siempre”. Hay decisiones que definen nuestro futuro, pero no siempre significa que definirán el resto de nuestra vida. Si no somos flexibles, algunas decisiones pueden ser sinónimos de autocondena, por nuestros ideales y por la presión social: como creer que el matrimonio es para toda la vida, cuando existen los divorcios, o a la hora de formar una empresa, no hay que descartar un fracaso o que la separación de los miembros es una posibilidad.En un problema. “Identificar el problema es más del 50%”, lo dice el profesor de la IAE Business School, Lucio Traverso. En ocasiones no sabemos —o no queremos— identificar el problema, entonces será imposible diseñar y diferenciar las alternativas para tomar una decisión.

Napoleón Bonaparte dijo: “No hay nada más difícil y por lo tanto más preciado que ser capaz de decidir”. Cuando apreciamos nuestras mini decisiones, avivamos nuestra capacidad de enfrentarnos con las “grandes” situaciones que requieren de “grandes” decisiones.

Emmanuel Temores / Miembro Nevermind 

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