De acuerdo a la tradición, para comenzar una startup es necesario escribir un extenso plan de negocios, buscar inversores, armar un equipo, introducir un producto al mercado y empezar a vender tanto como sea posible.
El problema es que aún siguiendo este esquema para la creación de startups, las probabilidades de éxito no son muy prometedoras. Esto debido a que en México hasta un 75% de los emprendimientos fracasan, sin siquiera superar el segundo año de existencia.
Esto es debido en mayor parte a un plan de negocios precario o deficiente. Algunos puntos clave a tomar en cuenta de este tipo de planeación para no perpetuarlos son los siguientes:
Un plan de negocios rara vez sobrevive al primer contacto con los clientes
Todos tiene un plan hasta que se enfrentan a la realidad, y esa es una de las cosas que las nuevas startups terminan entendiendo a la mala. Planes idealistas, poco probables y sin objetivos claros son el principal problema. Es por ello que evitarse los clásicos planes a 5 años y el cómo resolver distintos retos venideros es clave para poder concentrarse en el presente y crear una operación viable, aunque por supuesto no hay que dejar de lado el futuro.
Las startups no son versiones pequeñas de grandes empresas
Contrario a lo que algunos creen, una startup es muy distinta a una empresa. Desde el capital con el que se cuenta, colaboradores y recursos, existen grandes diferencias entre montar una startup y una empresa. El éxito de una startup finalmente será resultado de que tan rápido logre adaptarse y superar sus fracasos, aprendiendo a través de los clientes.
Sin importar el tipo de startup que se busque iniciar, ya sea un negocio de recargas o una empresa consultora, es necesario conocer nuevas alternativas que ofrezcan mayor certeza, como la metodología Lean Startup.