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Al fin la soledad sirve de algo

La soledad es un momento pasajero, casi tan fugaz y repetitivo como la felicidad. Hay que saber estar triste para conocer la felicidad y saber estar acompañado para conocer la soledad. Pero considero que la soledad es un lujo que muy pocas personas se saben dar, y consiste en conocerse a uno mismo y saber en que momento interactuar con ella. La soledad es un momento que muchos consideran peligroso, lleno de misterios y forrado de matices de suspenso. Pero la soledad de la que hablo no es aquella mental, ni física; sino de aquella necesaria y aplicada a conciencia para el buen desempeño y la productividad en el trabajo.

Todos pasamos por momentos en los cuales estar en soledad es necesario. Sobre todo cuando pensamos que la soledad nos puede ayudar a ser más productivos. Es importante entonces reconocer su importancia durante las primeras etapas de los procesos creativos y la generación de ideas o pensamientos. La soledad productiva representa momentos de lucidez mental, y con ella el diálogo interior se agudiza.

Contrario a la idea sobre la importancia y promoción del trabajo multidisciplinario y colaborativo, fomentar la soledad en el trabajo no es algo malo. Para muchos profesionales independientes es una herramienta y una aliada incondicional. El trabajo “freelance” en soledad permite a los que lo practican, desarrollar una disciplina única, valiosa y por demás efectiva.

El Internet y las redes sociales son herramientas básicas del trabajador independiente. Sin embargo, en ocasiones se vuelven una distracción que retrasa y afecta directamente la productividad en el trabajo. Pero sucede en todos los ámbitos, tanto para el profesionista independiente como para los empleados de cualquier compañía.

En esto radica la importancia y relevancia de encontrar momentos de soledad necesaria para cumplir de manera efectiva con el trabajo. Y es que con el Internet y las redes sociales virtuales, las distracciones son constantes y por ende los momentos de soledad son menores. Somos co-dependientes de la sociabilidad virtual y ajenos a la soledad.

Pensar que la decisión del trabajador en soledad significa aislarse de los demás no es del todo verdad, para muchos la soledad es una coartada ideal de silencios y momentos necesarios para la concentración total.

La idea de soledad aterraría a muchos promotores del trabajo colaborativo. Pudiéramos debatir que la relevancia de algunos proyectos surge en gran parte de ideas que se generaron individualmente y que progresivamente se vuelven parte de un grupo o un equipo. Sin embargo, la mayoría de las veces las ideas surgen de un solo individuo; después se analizan, debaten, fortalecen o se desechan entre los individuos o grupos. Digerirse y nutrirse de los demás son procesos del desarrollo normal de las ideas, pero la soledad no deja de ser el valor primordial para la reflexión individual.

¿Qué hace que los individuos mediten las ideas y las revisen en soledad? ¿Es necesario el silencio para entender mejor nuestras ideas?

Michael Pollan en su libro «A Place of My Own» describe de manera exquisita el lugar ideal donde entrar en soledad, leer, meditar y pensar. Lo hace de manera que lleva al lector a entender e imaginar el espacio arquitectónico ideal para la soledad. La descripción detallada de cada espacio y cada rincón imaginable permite entender una arquitectura y calidad espacial única, llena de reflexiones y momentos de soledad. Sus espacios son para eso, para meditar y estar solos, sin interacción con otros. Los espacios imaginados invitan a desear y comprender la importancia del ser y estar con uno mismo.

Haruki Murakami dice que correr en soledad permite escucharse a uno mismo. La soledad permite adentrarse en momentos únicos, reflexivos e incisivos. Y es que la rutina del ejercicio físico, cualquiera que esta sea, permite disciplinar nuestra mente. Murakamai menciona que el entrenamiento y la rutina que él realiza desde hace varios años no es un mecanismo  de competitividad propia o hacia los demás, sino el poder lograr una capacidad  mental de la concentración que se gana en el momento solitario y con uno mismo. Tomar la decisión de levantarse por la mañana o quedarse en la cama, está determinado por el poder de voluntad que incita a la soledad y el estar con uno mismo; y esto a su vez ayuda a tener mayor lucidez durante el día.

La soledad tiene efectos positivos, y desde luego no debe confundirse con aquella que es forzada. La soledad radica en saberse llevar bien con ella. La efectividad del trabajo se da sabiéndola aplicar. Y es que todo depende de nuestra mente y como mejoramos de manera productiva lo que hacemos. Patricio Ramal consultor y coach de //thehumanspark.com/beta2/ me recomendó hace unos meses  //selfcontrolapp.com/ que aunque recomendable, hay que tener cuidado sino se quiere estar “por siempre solo”, o bueno, por lo menos en soledad “virtual” por muchas horas al día. Además de la aplicación, muy efectiva desde luego, lo mejor es tener fuerza de voluntad y nos distraerse con el Internet.

La soledad no es mala, siempre y cuando se use a favor nuestro y como herramienta aliada para la productividad en el trabajo. Encontrar momentos de reflexión y análisis así como dedicarse tiempo a uno mismo es de gran beneficio. Desde luego revisar ideas en grupo es sumamente productivo, siempre es bueno compartirlas y nutrirlas en equipo; pero muchas veces es mejor hacerlo después de meditarlas en la soledad de lo privado.

Luis Othón Villegas | NEVERMIND

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