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Creativos proactivos

Me cuesta mucho acuñar el término creativo únicamente a las personas que se dedican a actividades relacionadas con el diseño, las artes plásticas o la arquitectura, quizás por la complejidad de su semántica y las connotaciones o ideologías que muchas veces involucra, ya que todos somos, a cualquier edad, creativos independientemente de la preparación o enfoque educativo. Desde luego y más complejo aún el concepto de las industrias creativas, y sobre lo que ya se ha hablado mucho en este blog, y desde luego la importancia del profesionalismo que mencionaba Patricio Ramal en la entrada pasada; pero sobre todo en la responsabilidad de acuñar un término sobre la idea de industrialización del trabajo creativo y que para muchos sigue siendo taboo o les genera conflicto.

Y es que parte del conflicto sobre acuñar la creatividad dentro de la palabra industria radica más en la semántica que en su esencia. La idea de industria entonces pudiera referirse a “profesionalizar” al creativo, pero igualmente queda expuesta la idea de sindicalizar, colegiar, asociar, unir y cualquier otro término que pudiera referirse a la formación de un contrato social que permita a los creativos (de un área en particular) la formación de una referencia inmediata y colectiva sobre asuntos que pudieran beneficiar al grupo, tales como la definición de un arancel de costos u honorarios, leyes que pudieran ampararlos, o incluso la definición y conceptualización de contratos de servicios como referencias.

No significa que lo anterior no exista, por ejemplo para el caso de la arquitectura, existen organismos independientes y formación civil como colegios, asociaciones civiles, academias o cámaras. Su función es cumplir con diferentes objetivos, y mientras algunos intentan unir a los arquitectos para poder apoyarles en ámbitos legales, capacitaciones y de alguna manera “sindicalizadas”, otros por su parte intentan generar un dialogo  con otras industrias, el comercio o incluso el ambiente académico para mejorar la comunicación y la profesionalización de la arquitectura. En mi opinion, muchos de estos modelos siguen siendo fallidos y anacrónicos, ya que la mayoría de las veces pareciera que los intereses de un grupo se anteponen a los de la mayoría y el dialogo con las nuevas generaciones está truncado. En ámbitos académicos por ejemplo, algunos modelos son completamente anacrónicos y alejados totalmente de un dialogo a la realidad en la que vivimos y en el que también pareciera que los intereses particulares de grupos se anteponen ante la verdadera vocación y profesionalización de la arquitectura.

Desde luego pudiera resultar ofensivo para muchos de nosotros que a través de años de dedicación y esfuerzo hemos buscado los mecanismo de formación y calidad profesional, y que hemos optado por adaptar nuestros patrones de trabajo a contratos laborales establecidos o similares a estándares internacionales. Sin embargo, es correcto que la mayoría de los «creativos» en México, no les interesa, no saben, o no quieren ser profesionales ni son lo suficientemente competentes a nivel internacional. Y aquí me gustaría hacer una distinción especifica sobre a quienes para este caso en particular me refiero como creativos, y éstos son todos aquellos relacionados con un grado de licenciatura o especialización en las áreas del diseño, la arquitectura y las artes plásticas, sin omitir ni dejar de lado aquellos que por formación profesional entren en el área creativa. Y lo recalco por el hecho de haber sido formados profesionalmente dentro de instituciones en las que de alguna u otra manera se invirtió tiempo y dinero por la educación adquirida.

Y si de la capitalización del trabajo se trata, entonces saquemos cuentas sobre las horas invertidas en nuestra capacitación para poder comprender la importancia del valor de tiempo, conocimiento y trabajo vs dinero a capitalizar. Simplemente comparando el costo de un “semestre” en cualquier universidad de prestigio en México que oscila entre los 40 a 80 mil pesos, y que en realidad son 4 meses de trabajo educativo, que para el caso mas elevado nos daría 20mil pesos mensuales; contra el sueldo que recibirá el graduado durante cuatro meses, que hasta ahora desconozco si algún recién egresado de alguna universidad privada en México reciba un sueldo de 20mil pesos en su primer trabajo habiendo salido de la universidad mas cara del país, donde resulta casi imposible pensar que el retorno de inversión será inmediato. Y esto solo hablando de una licenciatura y no de una especialidad en el extranjero. Y aunque no se trata de ponerle números a una carrera universitaria, si se trata de comprender la magnitud e impacto que una profesión deja en la economía de una ciudad, un país o una comunidad y la relevancia de la información al respecto y por consecuencia la importancia del  conocimiento sobre los estándares básicos de calidad profesional de un servicio o producto derivado de, ahora si, la industria creativa, o por lo menos establecer el punto de partida.

La realidad puede superar la ficción cuando llegamos a los números, y es aquí donde tenemos que comprender la importancia de los términos y porque tenemos que generar datos. No se trata de sindicalizar, hacer uniones, buscar intereses particulares, bajar fondos de gobierno con el estandarte de las industrias creativas, sino de formalizar y profesionalizar al creativo, volverlo competente a nivel local y global; definiendo y promoviendo la generación de contratos, cumplimiento con fechas pactadas, generación de fianzas, pago de seguros y licencias, y no simplemente entrar en cintura y pagar los impuestos, esto es de cajón debe estar en la mente de todos, no solo de los creativos, sino de cualquiera que se diga profesional.

Aquí de lo que se trata es de generar información que nos ayude a comprender dónde estamos y hacia donde vamos, con objetivos y metas. Unir academia con el sistema económico, ya basta de que hablen lenguajes diferentes.  Si vivimos dentro de un sistema capitalista o intentamos serlo, las universidades deben estar en ello. Deberán incluir en sus planes de estudio la innovación y la creatividad no solo en el diseño sino en los negocios. Hablar de números, costos, depreciaciones, retornos de inversión y sobretodo profesionalismo, sin miedos ni tapujos.

La importancia de la semántica en la Industria Creativa radica entonces en la medida en que los que estamos en las áreas de la creatividad, seamos proactivos, propongamos y compartamos la información sobre nuestras áreas de expertise, los problemas a los que nos enfrentamos y propongamos soluciones, pero sobretodo que sean diálogos con criterios amplios y en beneficio de la sociedad y no de individuos o grupos en particular, solo así lograremos dar el primer paso hacia una identificación de información y datos sobre el estatus de las profesiones creativas en México, dónde estamos y hacia dónde vamos.

Luis Othón Villegas | NEVERMIND

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