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Zapatero a sus zapatos

Yo no sé por qué mucha gente tiene la falsa idea que un Mercadólogo es un experto Diseñador Gráfico y también que le gusta regalar su trabajo o al menos recibir una caja de chocolates o una botella como compensación del “favor” otorgado. Algo así me pasaba a mí; no faltaba el tío, primo o esposa del compañero de trabajo que la estaba haciendo de emprendedor y me pedían que les hiciera su logotipo y toda la imagen de su nuevo negocio y pues uno en tiempos de hambre y con la ambición a cuestas claro que les decía que sí, y mi cabeza comenzaba a volar imaginándome todo el concepto gráfico y hasta la campaña de lanzamiento que podríamos utilizar; pero la parte más trágica del asunto era cuando comenzaba a hablarles de números, del pago por mis honorarios y en ese momento no se hacían esperar los comentarios de disgusto que decían: –“¡¿Qué?! ¡¿Me vas a cobrar?! ¡¿No me lo vas a hacer de ‘compas’?!”.

Por mi mente pasaban varias posibilidades, pensaba… a pues órale, igual esta vez puedo trabajar sin una finalidad lucrativa, ya que la gente vea mi trabajo, después le encajo el colmillo a algún desconocido y ya con eso me repongo; pero por otro lado pensaba -¿Cómo por qué les tengo que donar mi trabajo sin recibir nada a cambio?, ¡Lo que se regala no se valora! Y además me van a exigir igual que cualquier cliente – Y sobre todo pensaba en que ahí estaba la reputación de mi trabajo y profesionalismo, si quería que me respetaran y me tomaran en serio debía cobrar.

Total, que pensé que la única manera en que podría sentirme con el derecho de recibir un pago por mi trabajo era estableciendo mi “negocio formal” de imagen corporativa. Tenía que formalizar y ofrecer un valor agregado, pensaba mandar a hacer una página web y comercializar mis servicios por medio de un proceso innovador y cosas así.

Con el tiempo abrí mis ojos, recapacité y me di cuenta que realmente yo no era diseñador gráfico, que para serlo se necesitaba más técnica y no usar solamente el Corel (ahora ya uso Ilustrador y ahí la llevo); pero la oportunidad de negocio ya la había reconocido: existe un gran número de emprendedores amaetur y profesionales, PYMES y startups que están próximos a salir al mercado con una gran idea de producto o servicio pero que no cuentan con una identidad corporativa y terminan haciendo un diseño en Paint o Power Point o solicitando el trabajo a un pseudo- diseñador (como pude haber seguido siéndolo yo).

Hacer un logotipo es algo que no debe tomarse a la ligera, implica mucha creatividad, el buen gusto en el diseño y el toque mercadológico que ayude a detectar y proyectar los valores del producto.  A fin de cuentas es parte del branding del nuevo negocio, el logotipo es su esencia y su identidad, es su elemento distintivo y medio de comunicación que dice en un primer encuentro con el cliente, ¡Hey esto soy yo! ¡Esto es lo que vendo! ¡Y esta es parte de mi visión corporativa!

Por suerte, en una de esas pláticas de negocios que tuve con mi amigo y ahora socio Ángel Mejía, quién desde hace ya varios años se embarcó en este viaje del emprendedurismo y siempre está enterado de las tendencias en los modelos de negocios, me habló de un término nuevo para mí: el crowdsourcing, una modalidad de lo que desde hace tiempo se conoce como outsourcing pero que a diferencia de este el primero está basado en la tercerización de servicios por medio de la colaboración de un grupo a través de una convocatoria abierta y esto es posible en gran parte gracias al uso de las tecnologías web actuales.

De esta forma decidimos comenzar a crear looged.com, dedicándome así a lo que más me gusta hacer y a lo que me he dedicado en mi corta carrera laboral: promocionar servicios y venderlos.

La ecuación parecía sencilla: Si por un lado existía un gran número de nuevos negocios y por el otro una gran cantidad de diseñadores talentosos que deseaban vender sus servicios a un precio justo en el mercado, lo único que faltaba era una plataforma que sirviera de intermediaria entre ambas partes, y esa plataforma la crearíamos nosotros.  Con la finalidad de que cada quien hiciera lo que mejor sabe hacer, los diseñadores diseñar y nosotros acercar a los empresarios con los proveedores indicados, todo por medio de una estrategia de comercialización bien definida y un elaborado business plan.

Después de más de 5 meses, este proyecto aún no sale a la luz por completo y reina la principal característica de toda startup: la incertidumbre. Muchos planes se nos vienen a la mente y seguimos pivoteando ideas, no sabemos que tanto tengamos que cambiar el modelo de negocio que originalmente habíamos planteado, pero estoy seguro que vamos por buen camino y el punto es no desesperarse; estamos a punto de lanzar formalmente otro negocio el próximo mes de junio que nació a raíz de lo aprendido en looged, pero esa es otra historia.

Como experiencia me queda que siempre hay que estar con la antena bien parada para detectar las oportunidades de negocio y si tú no puedes satisfacer directamente esas necesidades al mercado, siempre habrá alguien que lo pueda hacer para ti, el chiste está en el crowdsourcing.

Eduardo Aceves | looged

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